dijous, 17 d’abril del 2008

El rey pescador

A simple vista, la rapala parece una broma, dice Jaume Subirana (Barcelona, 1963); que no sirva para gran cosa esa anchoa pintada "com una figureta de pessebre", ese burdo reclamo en forma de pez hasta que la lanzamos al río. Se revela entonces como uno de los mejores anzuelos para la pesca en aguas tranquilas. También parece una broma esta Rapala, una nadería, acaso unos pocos poemas más de la cansina poesía de la experiencia. Un hombre que pesca en el río e intuye los peces escondidos en el color del cieno, que contempla el paisaje, que describe el rumor entre las cañas, el del carrete que rebobina el sedal, la luz cambiante del alba y del atardecer. Apenas nada. El lector pronto comprenderá, sin embargo, de qué pesca estamos hablando desde la más firme, estoica, retórica de la sencillez y la modestia. Verá como Subirana se zambulle con maestría en una de las grandes aguas de la literatura, la que establece equivalencias entre el arte de la pesca y el de la ficción.

El pez se revela símbolo del cristianismo primitivo, ser psíquico y emblema de lo inconsciente que debe ser pescado. En el poema "Versos sin arte...", dedicado a la muerte de Maria-Mercè Marçal, se habla en latín del agua que lava lo manchado, que riega lo árido, que cura lo que está enfermo. Son los conocidos versos del Veni, Sancte Spiritus de la misa de Pentecostés, la que celebra las lenguas de fuego, los carismas y la glosolalia. Pentecostés es el tradicional inicio de las novelas artúricas de Chrétien de Troyes, de las que destaca El cuento del Grial o Perceval, el caballero que, en su búsqueda incesante, llega ante el Rey Pescador, el que posee los secretos. No estamos lejos de la ballena de Jonás, del Nabí, del ham poètic y del magisterio de Carner, al que Subirana es siempre fiel, actualizándolo con nueva vida. He aquí un libro sereno, hermoso, excelente, lleno de ecos literarios y gran precisión creativa. Una obra de madurez que deja muy lejos los inicios de Subirana y que lo consagra con rotundidad. Bravo.

Jordi Galves, Cultura/s, La Vanguardia, 16-IV-08